Naranja Boreal, define lo que tiene relación con lo opuesto. Son relaciones de opuestos, que rara vez actúan por causalidad.
Es un estado de ánimo intermedio entre la conciencia y la inconciencia, que se produce inmediatamente antes o después del sueño natural, (creíble o inventado). Decimos antes o después, según tenga mayor o menor peso, su rol en la relación de opuestos.
En definitiva naranja boreal define un atentado, a favor o en contra, de la populachera desdicha que engloba, a veces o casi siempre, la frase : “mi media naranja”.
Sucede en los atardeceres, o en algún que otro amanecer que tenga la facultad, de adquirir tonalidades rojizas o anaranjadas. También, sobre distraídas y despiadadas fotografías del paisaje, que acuñan al sol en primer plano y desenvainan la luna en un equilibrio polar.
Así es entonces como se suceden al mismo tiempo , la primavera y el otoño, que en status de romanticismo se asemejan al atardecer y al amanecer. Y es por ello que ,en ese momento lo opuesto no adquiere relación inversa , porque simplemente no tiene oponente. Nace el problema. Las dos mitades, no siempre cortadas de igual tamaño, se unen. Los labios se hinchan de ardor, por el ácido o la acidez (en el estómago). Y aparece lo que a veces o casi siempre, suele definirse como naranja boreal. Un beso cítrico, caluroso y helado.
Se analizan, entonces, aquellas propiedades jugosas:
Aunque la inventiva del hombre se haya desarrollado en un sinfín de objetos para amar (rosas, corazones, poemas, canciones -en envases plásticos, metálicos, químicos, etc-), ha decidido no perfeccionarse precisamente, en desplegar su talento a favor de aquellas propiedades jugosas. Aquellas propiedades inertes que se patinan sobre los labios. Digo esto, ya que no existen secadores de labios húmedos. Tampoco hay en el mercado cremas para bocas agrietadas, que han estado horas besándose en calculada inmovilidad. Y así, infinidades de ejemplos que no vienen al caso, porque simplemente no existen.
Por ello es que se ha llamado a la naranja boreal, “una populachera desdicha”, en relación a la frase anteriormente mencionada (“mi media naranja“- a la que sólo me animo, ahora, nombrar entre paréntesis). Es que no cabe entre los productores, como algo tal dulce que puede unir a dos personas, sea capaz de oponer sus labios…
Es un estado de ánimo intermedio entre la conciencia y la inconciencia, que se produce inmediatamente antes o después del sueño natural, (creíble o inventado). Decimos antes o después, según tenga mayor o menor peso, su rol en la relación de opuestos.
En definitiva naranja boreal define un atentado, a favor o en contra, de la populachera desdicha que engloba, a veces o casi siempre, la frase : “mi media naranja”.
Sucede en los atardeceres, o en algún que otro amanecer que tenga la facultad, de adquirir tonalidades rojizas o anaranjadas. También, sobre distraídas y despiadadas fotografías del paisaje, que acuñan al sol en primer plano y desenvainan la luna en un equilibrio polar.
Así es entonces como se suceden al mismo tiempo , la primavera y el otoño, que en status de romanticismo se asemejan al atardecer y al amanecer. Y es por ello que ,en ese momento lo opuesto no adquiere relación inversa , porque simplemente no tiene oponente. Nace el problema. Las dos mitades, no siempre cortadas de igual tamaño, se unen. Los labios se hinchan de ardor, por el ácido o la acidez (en el estómago). Y aparece lo que a veces o casi siempre, suele definirse como naranja boreal. Un beso cítrico, caluroso y helado.
Se analizan, entonces, aquellas propiedades jugosas:
Aunque la inventiva del hombre se haya desarrollado en un sinfín de objetos para amar (rosas, corazones, poemas, canciones -en envases plásticos, metálicos, químicos, etc-), ha decidido no perfeccionarse precisamente, en desplegar su talento a favor de aquellas propiedades jugosas. Aquellas propiedades inertes que se patinan sobre los labios. Digo esto, ya que no existen secadores de labios húmedos. Tampoco hay en el mercado cremas para bocas agrietadas, que han estado horas besándose en calculada inmovilidad. Y así, infinidades de ejemplos que no vienen al caso, porque simplemente no existen.
Por ello es que se ha llamado a la naranja boreal, “una populachera desdicha”, en relación a la frase anteriormente mencionada (“mi media naranja“- a la que sólo me animo, ahora, nombrar entre paréntesis). Es que no cabe entre los productores, como algo tal dulce que puede unir a dos personas, sea capaz de oponer sus labios…